Las millonarias mansiones de Guaymallén
Dos mansiones antiguas de Guaymallén resisten al paso del tiempo. Una, olvidada pero con historia; la otra, ocupada y rodeada de misterio. Sus muros esconden relatos de abandono, intrigas y sospechas.
Dos millonarias mansiones se alzan como testigos de un pasado que se resiste a desaparecer sobre la transitada calle Bandera de Los Andes del departamento de Guaymallén. Una guarda la historia de una de las familias más reconocidas de Mendoza; la otra, un enigma de ocupaciones y movimientos sospechosos. Ambas comparten el deterioro y el misterio, pero también el peso de los años.

La primera es una construcción imponente, ubicada en Bandera de Los Andes al 2250. Se trata de la antigua propiedad de la familia Notti, un linaje ligado a la medicina mendocina. Su integrante más ilustre, el doctor Humberto Notti, vivió allí durante un tiempo, antes de que la vivienda quedara en manos de Raúl Cantú, hijo de su hermana.

Hoy, la mansión parece atrapada en el tiempo: el césped descuidado, las rejas oxidadas y una fachada cubierta de polvo y suciedad evidencian el paso de los años sin mantenimiento. Dentro de su cochera, un viejo Ford modelo 46 se asoma cubierto de tierra, como una pieza de museo olvidada.
Los vecinos aseguran que la casa no está completamente abandonada. Dicen que hay encargados que viven en una propiedad contigua. La historia coincide con lo que aparenta ser el acceso directo a la casona a través de una puerta en el paredón que las separa. Sin embargo, su presencia es casi fantasmagórica: no hablan con nadie, rara vez se los ve y, de vez en cuando, aparece un cartel de venta que poco después desaparece sin explicación.
Misterio, intrigas y sospechas millonarias en plena ciudad
A pocos metros, hacia el oeste, otra mansión se erige frente al monumento al Cacique Guaymallén. Su historia es muy diferente: donde antes funcionaba la reconocida Clínica García Landi, hoy solo quedan muros tapiados, portones cerrados y una cámara de seguridad que apunta a la vereda. La propiedad está ocupada desde hace años y, según los vecinos, los habitantes han ido rotando con el tiempo. Sin embargo, desde hace unos tres años, quienes la ocupan son siempre los mismos.

Lo llamativo es que, pese al estado del lugar, se nota movimiento constante en su interior. “Están remodelando todo el tiempo y parece que alquilan las habitaciones, como si fuera un hostel”, comenta una persona que trabaja en la zona.
Otros vecinos tienen sospechas más inquietantes. “Todo es muy turbio. Manejan autos y camionetas carísimas. Se rumorea que cuando el Hostel Carolina se llena, el dueño manda a la gente a hospedarse ahí”, asegura otro trabajador de la cuadra.


Entre la nostalgia por lo que fueron y la incertidumbre sobre lo que son hoy, ambas mansiones forman parte de la historia antigua de Mendoza. Una casa parece congelada en el tiempo y la otra se mantiene en un halo de misterio.
Fuente: MDZ.
SEGUINOS EN NUESTRAS REDES