Techos de fibras naturales: ideal para las temperaturas en ascenso
Además de ofrecer aislamiento y control térmico, invitan a redescubrir una forma de vida más simple, conectada con la naturaleza y la serenidad.
Los techos de junco, caña u otras fibras naturales, tradicionales en regiones costeras y tropicales, trascendieron su origen humilde para convertirse en una opción valorada en el diseño contemporáneo.

No solo evocan la frescura y tranquilidad de un entorno playero, sino que también aportan beneficios funcionales: su capacidad de aislamiento térmico convierte a las casas que los emplean en espacios frescos y confortables. Para inspirarte a incorporarlos a tu próximo proyecto, seleccionamos cinco hogares en los que son protagonistas.
Tradición uruguaya
En la costa de Uruguay, los techos de paja forman parte de una tradición constructiva y reflejan una herencia cultural ligada a las prácticas simples y autosuficientes de las comunidades costeras. Confeccionados generalmente con paja de gramíneas locales como el junco o la totora, se han utilizado durante generaciones en balnearios icónicos como Punta del Diablo o Cabo Polonio.
Ellos sobresalen en esta casa proyectada por el arquitecto argentino residente en Uruguay Francisco Fracchia, y ambientada por Mercedes Ocampo y Pía Giménez.

Espíritu surfer
Esta casa, de una fotógrafa argentina que veranea en el balneario uruguayo La Pedrera desde hace 30 años, fue parte de un emprendimiento pionero en La zona. Comprende 31 construcciones inspiradas en las locales, con techo a cuatro aguas. Se ubica en una loma con un jardín rebosante de hortensias y una intimidad envidiable.
La vivienda fue proyectada y construida por el estudio Lacroze Miguens Prati como parte del complejo desarrollado por el estudio frente a la Playa del Barco, uno de los puntos más populares para los surfistas.

Fibras locales
El reconocido estudio Laplace, del arquitecto argentino Luis Laplace y el abogado francés y máster en economía Christophe Comoy, tiene diversos proyectos que se estiran desde California hasta Suiza pasando por Lima, México, Londres y, por supuesto, París.

Buscando el terreno donde levantarían la espectacular sede menorquina de la galería suiza Hauser & Wirth, se toparon con esta finca derrumbada, que se convirtió en su destino de reposo.

Con su estética rústica y su capacidad para crear ambientes frescos y acogedores, los techos de fibras naturales no solo son ideales para el control de un calor en ascenso; también invitan a redescubrir una forma de vida más simple, conectada con la naturaleza y enfocada en el descanso. Más que un elemento arquitectónico, un símbolo de la serenidad que muchos anhelamos.
Fuente: La Nación.
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