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La crisis de vivienda en Chile es como un terremoto

El director ejecutivo de Déficit Cero, una organización orientada a acabar con la falta de viviendas, sostiene que la demanda social por apartamentos supera el 1,2 millón de hogares, el doble que la cifra que se maneja a la hora de hablar de déficit habitacional.

El sociólogo Sebastián Bowen trabaja desde hace casi dos décadas buscando soluciones para la crisis habitacional en Chile.

Desde que comenzó, las cifras nunca han sido peores. Todos los días, unas 120 personas se van a vivir a un asentamiento irregular, una opción que antes se vinculaba con la pobreza y la transitoriedad, y que hoy se ha transformado en una solución habitacional para gran parte de las 114.000 familias que residen en campamentos [barriadas], cuatro veces más que en 2011.

Fuente: Google.

El nivel de la emergencia es tal, que hay que asumir que hoy prácticamente es como si existiera un terremoto. Después de las catástrofes, viene un proceso de regeneración urbana, de construcción de espacios públicos, de viviendas.

En el país sudamericano, de 19 millones de habitantes, unas 650.000 familias no tienen una vivienda digna y adecuada.

Con esas cifras sobre la mesa, el ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu) del Gobierno de Gabriel Boric se puso la meta de construir 260.000 viviendas en los cuatro años de mandato dentro del Plan de Emergencia Habitacional.

La demanda social por vivienda debe considerar a quienes postulan a subsidios y dependen de alguna ayuda estatal para mantener una vivienda digna, lo que alcanza los 1.200.000 hogares, unos 3,5 millones de personas.

Fuente: Freepik.

Eso implica conocer a cabalidad la demanda, caracterizarla, cuantificarla, localizarla y sobre eso generar respuestas.

Si se proyecta la misma oferta que se está generando hoy día, el 2030 la demanda será similar. El Estado ofrece una serie de subsidios habitacionales dependiendo de los ingresos y la composición familiar, entre otros factores, destinados al 40% más vulnerable de la población.

Se puede postular de manera individual (grupo familiar) o como comité de vivienda (vecinos organizados). La demanda al subsidio para la vivienda propia es muy grande y donde se puede ver con mayor claridad es en la postulación individual. En algunos años se han otorgado a menos de un 5% de los postulantes. De 100 personas que lo consiguen en las zonas urbanas, como Santiago, no más del 30% lo puede aplicar porque falta oferta.

El desafío, entonces, es producir más de un millón de soluciones habitacionales en Chile. ¿Cómo? No queda otra que generar ciudad, impulsar la oferta con alianzas público-privadas.

Para eso hay que diversificar las soluciones y por eso celebra el impulso que el Minvu le ha otorgado al subsidio al arriendo, a la micro diversificación, a desarrollar planes urbanos habitacionales, a involucrar empresas y municipios. Aunque, aclara, todavía hay espacio para reforzar las iniciativas.

El sociólogo explica que el 80% de la demanda habitacional se encuentra en 15 áreas urbanas del país, concentradas en la Región Metropolitana de Santiago y las capitales regionales del norte hasta la sureña región del Biobío.

Si se hace un levantamiento de la demanda habitacional en estas zonas, con la información que tiene el Minvu en materia de suelo, el potencial habitacional, las inversiones públicas proyectadas, se plantea que se podría identificar las ciudades que necesitan expandirse, cuáles densificarse, qué municipios están capacitados para recibir demandas de otros y, así, generar una planificación de inversión de la ciudad que vaya más allá del plan regulador.

Solo en el plano habitacional, la inversión que se necesita supera los 90.000 millones de dólares. Si se proyecta de aquí a los próximos ocho años, es el 4% del PIB anual.

De ese monto, el 60% podría ser inversión privada con distintos mecanismos. Eso solo en vivienda. Pero tiene que haber un barrio, por lo que probablemente va a duplicar esa inversión.  El sociólogo cree que el Plan de Emergencia Habitacional del Gobierno puede ser una palanca para construir una estrategia urbana y habitacional hacia los próximos ocho años, que no se base sólo en construir muchas más casas, sino también ciudad.

Desde 2019, el año del estallido social en Chile, las cifras de asentamientos irregulares se han disparado. Se lo califica como un “estallido habitacional”, que comparte con las revueltas la desconfianza institucional para resolver las demandas ciudadanas.

El escándalo, que continúa sumando nuevas artistas en el traspaso de recursos del Estado a fundaciones afines al oficialismo, “puede ser un golpe directo al objetivo” del Minvu y ralentizar su agenda.

En este escenario, ¿están las condiciones para pensar en un pacto habitacional? Hoy como pocas veces en la historia están las condiciones para superar las barreras que han impedido los avances en esta materia.

El líder de Déficit Cero justifica su extraño optimismo en cuatro puntos. El primero, que la emergencia habitacional está candente, hay protestas y datos; el segundo, que el objetivo de que todas las personas tengan acceso a una vivienda digna es concreto y claro; el tercero, que en un ambiente polarizado se necesitan propósitos y metas comunes; y cuarto, que vivienda es uno de los pocos ámbitos donde ya existen acuerdos construidos, hay un camino avanzado.

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